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1 de marzo de 2014

Feliz Año Nuevo




En el calendario juliano, el nuevo año comenzaba en Marzo, no en Enero. De este sistema todavía nos quedan algunos nombres a modo de recordatorio: Septiembre era el séptimo mes, Octubre el octavo, Noviembre el noveno..., y tras el décimo llegaban dos de pausa.

Al pasar los límites del 2013 y entrar en la cifra nominal de 2014, me dio la impresión de que para mí el año no había acabado o llegado a un punto importante, sino que continuaba en una especie de línea recta. Por supuesto algunas cosas habían concluído en Diciembre. Y otras empezaron espontáneamente en Enero. Pero mi narrativa general se fue alargando, como si el mes de Enero la hubiera encontrado a mitad del capítulo. No tenía la sensación de necesitar un epílogo tampoco, sino simplemente de continuar viviendo a mi ritmo el año hasta sentir que lo hubiera acabado.

Algo que ha ocurrido hoy mientras desnudaba las paredes, embalaba el contenido de estanterías y armarios y hacía reciclaje emocional llenando cinco bolsas de basura. Un día como hoy de hace tres años llegué a Alemania. Ahora, tras un embarazo de nueve meses exactos en Munich, cambio ésta por Berlín y pongo, ahora sí, el contador a Día Cero.

Cada uno seguimos el sistema de datación que mejor nos funciona. Quizás el año que viene vuelva a esperar hasta Marzo o decida que Junio tiene más papeletas. Es difícil saber dónde estaré el año que viene a estas alturas, por otro lado. O qué circunstancias concretas influirán en mi percepción del tiempo y los comienzos de año.